Y aquí estamos...

Cuentos fantásticos, tal vez - más adelante - capítulos de una novela, poesías...
En fin, todo lo que pueda llevarnos a un mundo en el que la rutina no existe... y la realidad tampoco.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Efecto espiral

Los pulgones estaban invadiendo mis plantas. Las cochinillas también.
Harta estaba de esas cosas blancas pegajosas y de esos bichitos minúsculos que arruinaban los tallos de mis bellos rosales. Y del jacarandá, y que terminaron matando mi violeta de los Alpes. Qué miércoles.
Como no funcionaba otra cosa, compré un insecticida, y luego otro. Y otro. Y otro más. Sin embargo, había un pensamiento que me molestaba y no llegaba a definir. Invadía mis momentos de fumigación, siempre, invariablemente. Y también siempre, invariablemente, lo callaba, lo tapaba, y seguía disparando el gatillo del insecticida.
Y cuando estaba ya a punto de matar, de acabar con lo poco que quedaba de esos malditos parásitos, me acordé de Matrix. De lo que le dice el señor Smith a Morfeo. Sí, eso, que somos parásitos, no mamíferos, que nos multiplicamos hasta agotar los recursos naturales y luego nos mudamos hasta agotar otros recursos naturales. Que el otro organismo que cumple con el mismo patrón  es el virus. Que somos una plaga. Y que los agentes son la única cura. Pero bueno, esa vez también ahogué ese pensamiento, inmersa en mi obligación, y gatillé igual.
Ahora es demasiado tarde.
Han venido. Están en todas partes. Sólo quedamos unos pocos, y sólo podremos alimentarnos de lo que nos quedó. De lo que nos dejaron. Insecticidas.

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