Y aquí estamos...

Cuentos fantásticos, tal vez - más adelante - capítulos de una novela, poesías...
En fin, todo lo que pueda llevarnos a un mundo en el que la rutina no existe... y la realidad tampoco.

lunes, 23 de mayo de 2011

La tarántula


Siempre tuvo una obsesión particular con las tarántulas. Desde chica. Las admiraba profundamente. Cuando iba al zoológico, se quedaba observándolas fijo, por largos minutos. Sus suaves movimientos, su aterciopelada piel la maravillaban.
Cuando cumplió doce años, sus padres le regalaron una como mascota. La llamó Mariana, igual que ella. Los progenitores intentaron resistirse pero, en fin, qué se le va a hacer, al fin y al cabo ella era la encargada de quererla y cuidarla. Y vaya si lo hacía. Tenazmente, le juntaba insectos para que Mariana los cazara. Siempre limpiaba su casa de vidrio, y miraba sus sigilosos movimientos, extasiada.
Diez años más tarde, por obsesión tal vez, se casó con “Araña”, arquero de un mediocre equipo de fútbol cuyo verdadero nombre era Fernando. Lo adoraba. Lo seguía a todos lados. Lo mimaba demasiado, al punto de cocinar exclusivamente sus platos preferidos y de comprar sólo la ropa que a él le gustaba.
Una tarde, al volver de su trabajo, no lo encontró en casa. Extrañada, intentó ubicarlo en su celular. No recibió respuesta. Llamó a los amigos de su esposo, quienes le respondieron que desconocían su paradero. Intrigada, se comunicó con la policía y se dirigió a los hospitales más cercanos. La incógnita permanecía sin resolverse.
Volvió a su casa, cansada. Cuando entró a su habitación, le pareció distinguir un delicado movimiento en el acolchado. Su corazón dio un vuelco. Se acercó.
Su mascota le devolvió la mirada, y a Mariana le pareció ver, entre sus pinzas, un hilo del pulóver preferido de Fernando.