Me levanto. Como siempre, como todos los días de mi rutinaria y paupérrima vida, me encuentro pidiendo en la calle, intentando ganar algunas monedas para comprarme mi cajita de sueños perdidos. Cansado, me siento en el cordón de la vereda.
De pronto, escucho un ruido intenso y prolongado. Un cortejo fúnebre. “Genial – pienso –, ahora voy a poder sacar algo más. Nada mejor que la gente triste.”
Me acerco a algunos que acompañan caminando a los autos lujosos. “Una limosna, señor”. Nada. “¿Una monedita, doña?” Nada. A un joven: “Pibe, me das una moneda?” Menos. Muecas de asco es todo lo que recibo.
Una mano me arranca del montón. Una gorra y un bastón me miran y me golpean.
“¡Basta!” grito, desesperado. “Él está muerto. ¡Y yo, vivo!”
Duermo en una cárcel. No hay dudas. La ciudad de la furia pertenece a los muertos.
aia :S
ResponderEliminarestaremos vivos? :O
:D
oooooooohhhhhhhhhhhhhhhh :P
ResponderEliminar(podríamos publicar la canción de Charly, "No toquen"...)